Como humanos, nos enfrentamos a numerosas batallas.
Unas batallas se libran en el reino de nuestro cuerpo: batallas biológicas, hereditarias, climáticas, enfermedades…, otras, en nuestra mente: batallas psicológicas, el sufrimiento, la infelicidad, la ignorancia….
El yogui- hombre cuya conciencia está despertando, es quien se da cuenta que permanentemente está en ese estado de conflicto.
Por eso un yogui es quien inicia su día con el ánimo de erradicar la ignorancia que nubla cualquier experiencia de salud, prosperidad, autocontrol y sabiduría.
Por eso un yogui inicia su día antes que los demás, con prácticas espirituales como la meditación, las posturas corporales, la respiración y una lectura inspirativa.
Un yogui sabe que hay una batalla allá afuera que lo está esperando; por eso se prepara, para poder discernir. Para poder vivir.
Sí, vivir.
Porque un yogui no se vuelve esclavo de las fuerzas externas.
Un yogui es libre.
Y al final del día se pregunta: ¿qué hicieron mis tendencias rivales?
¿Cómo se comportó mi mente al dejarse arrastrar por la conciencia al exterior?
¿Quién triunfó hoy? ¿Mis percepciones sensoriales o mi estado interior?
Cada batalla va siendo diferente, y cada vez, ese yogui guerrero, con cicatrices resultantes de esas batallas libradas; se va familiarizando con la lucha.
A veces con una comprensión completa y otras muy desconcertantes.
Pero un yogui, a pesar de eso, persiste, no se rinde. Porque sabe que la conquista de esas pequeñas batallas, traen los más grandes y satisfactorios triunfos al Alma.
Vane